Ahora, una investigación trata de entender precisamente cómo los insectos y otros animales trabajan en equipo, para lo que están enviando a robots a realizar estudios de campo. Conocer con exactitud sus dinámicas de grupo ayudaría a extrapolar aquellas más factibles para mejorar la eficacia y eficiencia de las nuestras.
Así, según relata en un artículo la revista NewScientist, se han utilizado robots-abeja para estudiar la danza que éstas realizan a la entrada de la colmena para informar a todo el equipo sobre la localización de las mejores fuentes de néctar. El baile ayuda a decidir el número exacto de trabajadores necesario para recoger el néctar.
Otros androides están buscando la forma de infiltrarse en las colonias e influir en el comportamiento del grupo. En el caso de los robots-abejas podrían proteger a las abejas polinizadoras de los ácaros o alertarlas del mal tiempo liberando feromonas para evitar nueva incubaciones o salidas en busca de alimento.
Los robots pueden incluso utilizarse para animar a grupos de animales a hacer cosas que normalmente no harían. Por ejemplo, un robot-cucaracha puede engañar al grupo para exponerse a la luz, pese a que normalmente huirían de ella.