iones se multiplican. Aunque los fisioterapeutas recurran a técnicas para intentar motivar y distraer a los pequeños, es una tarea que consume mucho tiempo y recursos, y no siempre con los resultados deseados.
En busca de alternativas, la irrupción de los robots sociales puede abrir nuevas posibilidades en el ámbito de la salud pediátrica. En ello está trabajando en Australia un consorcio formado por la firma de tecnología educativa Brainary, el Hospital Royal Children (RCH) de Melbourne, la Comisión de Accidentes de Transporte (TAC) y la Universidad Tecnológica de Swinburne, de lo que dan cuenta en un artículo publicado en The Conversation.
Concretamente, se han valido del robot humanoide NAO, al que consideran un candidato ideal para enganchar y motivar a los niños durante la rehabilitación. Sobre todo por sus gestos realistas, capaces de atraer la atención de grandes y pequeños. Sin embargo, la terapia requiere algo más que la atención del niño; se necesita que cumpla las pautas marcadas por el especialista y que no decaiga.
Así, NAO se ha programado para cumplir tres funciones: la de motivador, demostrador e instructor. En el primer rol, el robot recurre a estímulos e incentivos verbales, prometiendo algunas recompensas al finalizar la terapia. La segunda es la función más práctica, en la que describe y presenta cada ejercicio antes de realizarlo delante del niño para, a continuación, invitarle a hacerlo con él. El papel de instructor le lleva a proponer actividades en forma de juego; NAO realiza un seguimiento de los movimientos, asesora sobre la técnica y alienta con gestos y palabras de ánimo.
Aunque el proyecto todavía está en desarrollo, su puesta en marcha de forma experimental ha conseguido sorprendentes y efectivos resultados con los pacientes hasta el momento. En concreto, el ensayo clínico se ha llevado a cabo durante los últimos 12 meses en el Hospital Royal Children, donde NAO ha trabajado con más de 30 pacientes de diferentes terapias y de forma individualizada.