San Ildefonso en el tiempo
Origen y evolución, siglos XVI - XIX
Los jesuitas iniciaron su labor educativa en la capital novohispana con la sucesiva fundación del Colegio Máximo de San Pedro y
San Pablo y cuatro seminarios: San Pedro y San Pablo, San Bernardo, San Miguel y San Gregorio.
De la fusión de los tres últimos nació, en 1583, el Colegio de San Ildefonso, para que todos los colegiales de la Congregación
residieran en una institución bajo la tutela de un sólo rector. El nombre de San Ildefonso le fue dado en honor al Santo Arzobispo
de Toledo, cuya devoción lo llevó a escribir en defensa de la limpia concepción de la Virgen María, dogma que la Compañía de
Jesús ha sostenido desde su fundación. Hacia 1618 empezó a funcionar bajo el Patronato Real otorgado por Felipe III,
estableciéndose así el Real y más Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Gracias al auge económico del virreinato y al poder financiero de la Compañía de Jesús, el inmueble fue reedificado en las primeras
cuatro décadas del siglo XVIII, dando paso al inmueble que hoy conocemos y que es uno de los ejemplos barrocos más
sobresalientes de la arquitectura civil de la Ciudad de México.
Tras la expulsión de los jesuitas, decretada por el rey Carlos III en 1767, el edificio tuvo diversas funciones: cuartel de un batallón
del Regimiento de Flandes, colegio administrado por el gobierno virreinal y dirigido por el clero secular, sede temporal de la
Escuela de Jurisprudencia, de algunas cátedras de la Escuela de Medicina y cuartel de las tropas norteamericanas y francesas en
1847 y 1862, respectivamente.
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