No es la primera vez que Alemania persigue el espionaje de profesores por parte de padres. El pasado mes de febrero, la misma organización gubernamental prohibió la venta de unas muñecas que se podían conectar a Internet vía Wifi llamada “Mi amiga Cayla”. Y aquella se decisión se justificó de la misma manera.
Pero este tipo de medidas no están exentas de polémica. Ni los relojes inteligentes ni la muñeca prohibida fueron diseñados en origen para espiar profesores: se trata de aparatos pensados para que los padres puedan saber si sus hijos se encuentran en algún problema o localizables –en el caso de los relojes- y si están llorando en la cuna –en caso de la muñeca-. Es decir, que son los padres los que están cometiendo el delito valiéndose de esta tecnología. Y por supuesto, los relojes son completamente inofensivos.
Además de solicitar la destrucción de los smartwatches, las autoridades han alertado a las escuelas del país a que vigilen e informen si descubren que uno de sus alumnos lleva en la pulsera uno de estos relojes o gadgets que pudieran servir para el espionaje.
Alemania no es el único país que ha puesto su energía en combatir estos aparatos. El mes pasado la organización de consumidores de Noruega advirtió que los smartwactchpara niños son una fuente de problemas de privacidad y por tanto de seguridad.
Lo mismo ocurre en Reino Unido, en donde una organización que lucha por los derechos de los consumidores denunció que los niños que lleven un juguete IoT (como algunos tipos de Furbys o muñecos conectados a Internet) podrían enfrentarse a situaciones potencialmente muy peligrosas, ya que dichos aparatos pueden ser hackeados para que un adulto tome su control y, por ejemplo, pueda hablar a través de ellos.