Desde que nació mi hija decidí hacer, en secreto, algo que no le he contado a nadie y que hoy develo. Cada 6 meses la traigo al departamento, le enseño cosas, convive con mis compañeros y disfruta del laboratorio haciendo experimentos. Muchas veces viene sola y otras con sus amigas y amigos del cole… y siempre hago un reportaje fotográfico que espero algún día vea con su familia cuando un servidor ya no esté. ¿Por qué lo hago?
Mucha gente podría pensar que me encantaría que de mayor fuese científica. No lo negaré. Sin embargo, no es ese mi objetivo cuando la traigo al laboratorio. Ruth hará lo que más desee. El verdadero objetivo que busco con esta iniciativa es el mismo que persigo en mi labor diaria de divulgación de la ciencia a la sociedad. Quiero que mi hija no vea la ciencia como un ente alejado de su día a día. Deseo que la vea como algo cercano a ella y que forma parte de su vida. Cuando viene le cuento que su ropa, sus gafitas, sus medicinas, su comida, etc. los disfruta gracias a los que muchas mujeres y hombres hacemos en los laboratorios que ella visita cada seis meses.
Me gustaría que cuando sea mayor, se dedique a lo que se dedique, Ruth respete la ciencia y la labor del científico pero también quiero que la ciencia la respete a ella. En sus frecuentes visitas le muestro que la ciencia no entiende de sexo. En nuestros laboratorios ve a alumnos y a alumnas, a investigadores y a investigadoras, a jefes y a jefas…y esas imágenes me gustaría que se le queden grabadas.
Estimados lectores, les dejo con unas fotos que, como se imaginarán, para mi tienen un gran valor sentimental. Espero que les gusten.
¡¡Feliz Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia!!